VALORES DEL TRABAJO SOCIAL: RESPONSABILIDAD Y RESPETO A LA VIDA.

Hoy os hablaré sobre estos dos valores del Trabajo Social: La responsabilidad y el respeto a la vida.

Responsabilidad

La responsabilidad es un valor que está en la conciencia de la persona que le permite reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de sus actos, siempre en el plano de lo moral.

Una vez que pasa al plano ético (puesto en práctica), se establece la magnitud de dichas acciones y de cómo afrontarlas de la manera más positiva e integral para ayudarte en un futuro.

Una persona se caracteriza por su responsabilidad porque tiene la virtud no sólo de tomar una serie de decisiones de manera consciente, sino también de asumir las consecuencias que tengan las citadas decisiones y de responder de las mismas ante quien corresponda en cada momento.

EtimologíaEditar

La palabra responsabilidad proviene del latín responsum, que es una forma de ser consideradosujetode una deuda u obligación.

Principios de las matemáticasEditar

El cumplimiento responsable en nuestralaborhumana, sea cual fuese, se regiría por principios como:

  1. Sumar
  2. Mejorar sin límites los rendimientos en el tiempo y los recursos propios del cargo que se tiene.
  3. Reporte oportuno de lasanomalíasque se generan de manera voluntaria o involuntaria.
  4. Planear en tiempo y forma las diferentes acciones que conforman una actividad general.
  5. Asumir con prestancia las consecuencias que las omisiones, obras, expresiones y sentimientos generan en la persona, el entorno, la vida de los demás y los recursos asignados al cargo conferido.
  6. Promover principios y prácticas saludables para producir, manejar y usar las herramientas y materiales que al cargo se le confiere.

 

Ámbito jurídicoEditar

La responsabilidad jurídica surge cuando el sujeto transgrede un deber de conducta señalado en una norma jurídica que, a diferencia de la norma moral, procede de algún organismo externo al sujeto, principalmente el Estado, y es coercitiva. Son normas jurídicas porque establecen deberes de conducta impuestos al sujeto por un ente externo a él, la regla puede ser a través de prohibiciones o de normas imperativas inmorales. La responsabilidad es el complemento necesario de la libertad.

El uso jurídico de la palabra proviene de poco antes de la revolución francesa, por influencia del inglés. El término habría aparecido en el Derecho Constitucional Inglés.

Así la responsabilidad debe entenderse, desde la perspectiva de una persona que ejecuta un acto libre, como la necesidad en la que se encuentra la persona de hacerse cargo de las consecuencias de sus actos.

El efecto contradictorio de una persona con las normas jurídicas ocasiona una reacción por parte del Derecho (o la sociedad) contra el sujeto que viola dichas normas. La manifestación de dicha reacción por parte del derecho se presenta mediante sanciones impuestas por el Estado.

Respeto a la vida

 El respeto a la vida es el mayor de los respetos. Para ello es necesario contar con un concepto amplio del término ‘vida’. La vida es lo más valioso para cualquier ser humano. La vida se ve vulnerada por la enfermedad y eventualmente por la muerte −el cese de la vida−.

Una de las principales preocupaciones de los profesionales de la salud es lógicamente la vida: su preservación, mantenimiento y cuidado. Nuestra sociedad ha progresado tecnológicamente con suma velocidad y las actitudes adecuadas no siempre están presentes para reiterar el tan necesario respeto a la vida.

El respeto es algo bastante difícil de entender para quien no lo ejercita. Es una cualidad que nace de la empatía. Ahora bien, el respeto empieza por uno mismo. Sabemos que uno de los principales problemas en la lucha contra la propagación del virus del SIDA es la renuencia que tiene la persona a conocer su estado serológico. Según estadísticas recientes, la mitad de personas portadoras del virus del VIH no lo sabe. Y muchas veces no lo sabe −simplemente y sencillamente− porque no ha querido realizarse las pruebas correspondientes.

Y si la persona no sabe que es portadora del virus del VIH, menos lo va a saber la persona con quien tiene relaciones sexuales. En muchas ocasiones nos hemos encontrado con la típica respuesta: «Pero si es que parecía muy sano y muy limpio», «Con lo guapo que es…». Obviamente no es algo que pueda verse en la cara o en alguna otra parte del cuerpo. No se puede saber si una persona está infectada por su aspecto físico, en la mayoría de los casos. Pero es responsabilidad de cada cual asegurarse de que las relaciones sexuales que establece son completamente seguras y lejos de riesgos totalmente innecesarios.

Asimismo cabe comentar la cuestión de si una persona portadora del virus VIH debiera comunicarlo a las personas con quienes mantiene relaciones sexuales. Hay quienes aseguran que ello no es necesario a menos que se produzcan situaciones de riesgo. Hay quienes piensan que da lo mismo saberlo o no, porque no les ocurrirá a ellos. Hay quienes creen que eso vulneraría la integridad de la persona portadora del VIH y que forma parte de su intimidad. También existen personas que desearían que una información de tales características no fuese omitida a la hora de mantener relaciones sexuales con alguien. No obstante, sabemos que uno de los grandes demonios del virus VIH es el miedo. Estar infectado no debe ser causa de discriminación y no puede tratarse de un caso de blanco y negro.

Por otro lado, no es lo mismo definir la vida como un derecho que como una obligación…Si la definimos como una obligación y nunca como un derecho, el tema es éste: una visión menos extremista del asunto nos permite plantearnos buscar cierta armonía moral.

Y es que temas tan peliagudos nunca deben tomarse a la ligera, pero tampoco de forma generaliza y absoluta. Aunque se esté a favor del aborto en casos necesarios, no pediría a nadie que esté de acuerdo conmigo: únicamente pido el derecho a plantear la pregunta. Puede parecer algo fundamental, pero es obvio que muchos desearían negar el derecho a cuestionar lo que desde el mencionado punto de vista es incuestionable.

Pero, ¿qué es el respeto por la vida? Habiendo aclarado ya lo que no es, será mucho más fácil determinar lo que sí que es. En pocas palabras, podría definirse así:

«El mayor miramiento y aprecio posible que pueda tenerse por los seres orgánicos activos, basándose en una moral universal básica y buscando un equilibrio teniendo en cuenta las circunstancias y medios disponibles».

Como todas las definiciones, ésta es incomprensible y por lo tanto inútil sin un contexto previo. Para no caer en falacias circulares debemos recurrir a definiciones más o menos oficiales de la palabra«respeto»y«vida», aunque no creo que haya problema alguno para entender ese punto. En cambio, es seguro que podríamos discutir durante horas respecto a lo que es la moral universal y a lo qué me refiero con las circunstancias y medios disponibles, un concepto en efecto ambiguo.

Es muy posible que muchos no estén de acuerdo con que haya una moral universal, pero yo creo que podemos afirmar que la hay, aunque no se haya puesto demasiado en práctica. Aunque algunas escuelas de pensamiento utilizan también ese término, según mi propia interpretación, tal es la tendencia nata sin influencias como las enseñanzas y prejuicios religiosos, raciales, sexuales, nacionales, culturales, clasistas y estamentales. Por lo tanto, el asesinato (al que se suele referir como el acto de mayor inmoralidad) no tendría cabida excepto cuando las circunstancias que rodean al individuo lo indultan de cargo moral: los humanos de antaño -al igual que los demás animales- debían matar para sobrevivir. No sólo para alimentarse, sino también para defenderse y proteger a su familia y territorio. Para ellos la violencia es necesaria. Nosotros no tenemos ya esa excusa.

Debido a esa necesidad, no sentían culpa entonces ni lo hacen ahora muchos otros: se trata del instinto de supervivencia, el único instinto absoluto que pertenece realmente a la naturaleza humana; por lo demás la genética produce propensiones no absolutas y es el entorno el que las dispara. Podría decirse que el afán por sobrevivir (primero uno mismo, luego los más allegados) es el único egocentrismo nato y no social.

En definitiva, cuantas menos razones tengamos para quitar una vida, más sensibilidad padeceremos. Sentiríamos una animadversión absoluta hacia la mera idea de quitar una vida en el hipotético caso de que la humanidad llegara a un punto en el que no deba matar a ningún ser vivo, incluyendo la muerte accidental de seres minúsculos. Nótese que no considero utopía que, por ejemplo, la humanidad deje de alimentarse de animales y de talar árboles indiscriminadamente. En contraposición, si tuviéramos que destruir todo a nuestro paso sólo para sobrevivir de forma natural, no sentiríamos ningún remordimiento haciéndolo.

Por supuesto, es fácil exponer los extremos de la moral universal y el respeto por la vida y dar por zanjada la discusión, pero en la realidad nada se muestra en blanco y negro. Ahí entra el equilibrio moral que hemos mencionado: en la vida real, debemos plantearnos las implicaciones éticas y morales de nuestros actos teniendo en cuenta nuestras circunstancias y los medios de los que disponemos. Desgraciadamente, esto no es nada fácil, pero podemos al menos tomar esta idea como base e inclinarnos a plantearnos al menos nuestras decisiones, esforzándonos por ignorar nuestros prejuicios.

Concluiré con la esencia de la idea que he tratado de compartir con vosotros: no podemos irnos a ningún extremo, ya sea puramente religioso, moral o ecológico y pretender no hacer daño a ninguna forma de vida, ya que tal idea es utópica con los conocimientos de los que disponemos a día de hoy. Por supuesto, tampoco debemos hacer justo lo contrario.

Si cada vez somos más sensibles a finiquitar vidas es porque cada vez precisamos menos de ello para asegurar nuestra supervivencia. No nos hemos vuelto «más humanos»: las presiones bio-sociales nos han llevado a ello. Cuando no necesitemos hacerlo en absoluto, la mera idea nos repugnará. En cambio, en estos momentos ciertos sacrificios son necesarios; desde los insectos que pisamos sin querer hasta la experimentación no-invasiva de animales. Eso sí, nada de esto excusa la caza por diversión, ciertos experimentos que bien pueden considerarse tortura o la tala masiva de árboles. Las atrocidades que la mayoría etiqueta con orgullo de acontecimientos culturales y fomentadores de la economía son inexcusables.

Los animales matan porque deben hacerlo y nosotros hacemos igual. Simplemente, da la casualidad de que gracias a nuestra técnica podemos evitar muchas de estas muertes, y quizás algún día podamos evitarlas todas. De momento, lo mejor es ser lo más prácticos y justos que podamos, basándonos en una moral universal cuya definición general no deja cabida a discusión, y ayudar a las presiones bio-sociales que nos empujen a una sociedad moralmente más desarrollada.

Sacado de Wikipedia y del escrito De Luka Nieto: «Respeto por la vida».

By equints (08/12/2015)

4 comentarios en “VALORES DEL TRABAJO SOCIAL: RESPONSABILIDAD Y RESPETO A LA VIDA.

Deja un comentario